MENTALIDAD GUANTANAMERA

El 16 de junio de 1955 al medio día la fuerza aérea argentina bombardea la Plaza de Mayo, siendo su blanco la Casa de Gobierno y el Ministerio de Trabajo. El objetivo asesinar al presidente Perón y a los miembros de su gobierno. Se ponía en marcha el plan cívico militar de destrucción del proyecto nacionalista iniciado una década atrás. La Argentina ya no era la misma, era una potencia industrial con fuertes sindicatos obreros y su población se había duplicado con relación a los tiempos del centenario que tanto añoraba la oligarquía vacuna expresada en la Asociación Rural Argentina principal foco civil golpista.
El intento de junio fracasa dejando un saldo de mas de 300 civiles muertos en el micro centro de Buenos Aires, y en otros objetivos de los bombardeos iniciados ese día contra posibles lugares de residencia del Presidente Perón.
La población es tomada de sorpresa puesto que esperaba un sobrevuelo de aviones en son de conmemoración pública y fue un raid sobre la población civil. Un troleybús lleno de escolares fue destrozado y todos sus ocupantes asesinados. El bombardeo duró varias horas, pero el golpe fracasó falta de cordinación de los comandos militares y éstos fueron finalmente derrotados y los rendidos fueron respetados en sus vidas… Treinta oficiales se refugian con sus aviones en territorio uruguayo y el cabecilla civil del golpismo, Miguel Zavala Ortíz, Unión Cívica Radica, es recibido como un héroe y se asila , junto los aviadores que habían minutos antes arrojado bombas y metralla sobre la capital de su país. Entre los cabecillas civiles de los golpistas se encontraba Américo Chioldi, dirigente máximo del Partido Socialista argentino. Unos meses después, en setiembre, los golpistas coronarían con éxito su asalto al poder. Luego de declarar pomposamente que “no había ni vencidos ni vencedores”, iniciaron un proceso de sangrientas purgas políticas, fusilamientos de militares peronistas, y la prohibición por casi dos décadas de la principal fuerza política argentina. Se prohibió hasta escribir o nombrar a Perón o el peronismo. Como aquí, en tiempos de Pacheco, se prohibiera la palabra tupamaro y todos sus derivados, a los cuales la prensa solo podía aludir como “los innombrables”, en un esfuerzo de las oligarquías políticas por negar la adversa realidad.
La izquierda cipaya, insignificante en las urnas, había hecho alianza con las fuerzas políticas de la derecha ruralista argentina, tras las reiteradas derrotas electorales sufridas en la década peronista.
En el Uruguay se vivía una verdadera euforia antiperonista, nuestra principal prensa de derecha e izquierda, salvo el vocero de Herrera, El Debate, se hacían eco de la campaña anti-argentina. Las emisoras de radio uruguayas, Carve y Colonia, la prédica de prensa como la del “El País”, para nombrar las principales, actuaron todo el tiempo al servicio del golpismo, soliviantando a la opinión pública uruguaya.
Luego el 16 de setiembre, cuando se da el golpe definitivo contra el pueblo argentino, las multitudes uruguayas salen a festejar a 18 de julio como causa propia el proceso criminal que se iniciaba en la vecina orilla , el cual se extendería durante 18 años, solo interrumpido por el efímero retorno de Perón en 1973.
El genocidio argentino no comenzó en 1976, los mismos actores del golpismo de 1955 se consolidan a lo largo de las dos décadas infames. Baste recordar que entre los aviadores que bombardearon Buenos Aires se encontraba el luego Almirante Massera, vaya esto para refrescar algunas frágiles memorias.
Uruguay en la década peronista fue convertido en un enclave antiargentino, desde donde la diplomacia norteamericana organizo la destrucción del régimen cn mas sustento popular que tuvo el hermano país desde su independencia.
Por ello en Uruguay el americanismo es una posición muy nueva para la izquierda, se remonta a los tiempos de Vivian Trías, e inexistente dentro de los cuadros del Partido Colorado.
Dentro del Partido Nacional estaba solo Herrera contra la conjura cipaya riplatense. Será el ala caganchera del Partido Nacional el que postulará la “doctrina Larreta”, de la intervención multilateral, rechazada en los foros latinoamericanos, haciéndole los mandados a la diplomacia yanqui en su afán de bloquear y , eventualmente, desatar una guerra multilateral contra la argentina.
Toda esta conjura cipaya continental solo fue impedida por el esfuerzo titánico del doctor Luis A. de Herrera, que se mantuvo en digna soledad en la resistencia a convertir al Uruguay en base de desembarco de las fuerzas de conquista yanquis sobre nuestra América.
Pero de aquellas propagandas, de aquellas aparcerías políticas, aún perduran rescoldos. Y ese es el motivo de la masiva incomprensión de la intelligentzia uruguaya del peronismo cada vez que éste resurge de las cenizas del holocausto, como el ave Fénix, como expresión autentica del pueblo argentino.
Un común denominador de prejuicios políticos, incomprensiones culturales y macaneos de historiadores colonialistas, han hecho incomprensible el pensamiento de nuestros políticos , entre ellos surge paradigmático, los ejemplos de Jorge Batlle-“los argentinos son todos ladrones”(menos los hermanos Rohm), y el mismísimo Tabaré Vazquez con sus confesiones .
Los finlandeses lograron afirmar sus intereses en esta banda gracias a esta actitud chovinista, antiargentina, de nuestra clase política, de amplio espectro discursivo, pero mancomunada en esta situación generada por las papeleras y nuestros vecinos entrerrianos.
Vimos horrorizados surgir el espectro de los años cincuenta en el masivo anti kishnerismo de nuestra prensa y de nuestros políticos. No es de extrañar que ahora, cuando las relaciones entre argentinos y orientales están su mejor momento, gracias a la buena actitud política de Mujica, sus rivales en la interna, salgan ahora a vapulear fantasmas del pasado reciente , no solo por aparente protagonismo, brindando un imprudente servicio a la causa antiamericana.
Si Tabaré hizo lo que dijo, o si solo lo pensó, es suficiente para asumir que hay mucha gente con mentalidad guantanamera entre los unitarios entenados de Lord Ponsomby.

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