EN PAMPA Y LA VIA

I-Es durante el gobierno de J:M.Sanguinetti, que se liquidan los ferrocarriles nacionales. Sus vías son abandonadas, su patrimonio inmueble dado a diversos organismos o entregado a la destrucción por el tiempo. Sus funcionarios son repartidos por todo el estado, sus tierras abandonadas al usufructo de los linderos, son miles de hectáreas a lo latrgo de los dos mil kilómetros de trazados viales. Se entrega a los amigos fleteros el transporte de hacienda que realizaba económicamente AFE, con seguro con el BSE incluído. Pero, para asegurarse de que nunca más, ningún gobierno osara reflotar el medio, se toman el trabajo de cortar con autógena los chasis de los vagones y desmantelar para leña las arboladuras de los vagones…. ¡Todo un trabajo de futuro!
II-Es en el mismo gobierno de Sanguinetti, que se licita la reconstrucción del tramo de la ruta 30 entre Bella Unión y Artigas. Esta zona había quedado sin tren, y la región totalmente incomunicada porque, a la primer lluvia, los puentes del arroyo Catalán quedaban bajo agua, pero además, los balastros se volvían intransitables….¡porque los ciento treinta kilómetros de ruta eran de balastro!.
Manos a la Obra, el ministro L. Cáceres, lugarteniente en obras viales de _Sanguinetti, licita la tarea. La misma se aprueba a un costo de 130:000.000 de dólares, a exactamente un millón el kilómetro. ¡Que nos sirva de referencia este dato! Pero la obra nunca se termina, las empresas quiebran, quedan los puentes nuevos al lado de los viejos durante años…el bitumen incompleto se rompe rápidamente ante el creciente flujo de fletes.
La alternativa para la región es dar la vuelta por el Brasil donde hay buenas rutas a un costo de cuarenta kilómetros adicionales…..por décadas esta fue la solución cuando llovía.
IV- Es durante el gobierno de Lacalle que se aprueba la ley forestal. Al impulso, protección y amparo surge la forestación uruguaya, donde medraron grupos de especuladores en bienes raíces que prometieron fabulosas rentabilidades que centimultimplicarían los dineros invertidos a nuestros muy conservadores capitalistas de bajo riesgo y nula iniciativa.
La ley forestal preveía exoneraciones en el pago de contribución y gracias fiscales diversas. Pasaron quince años, los árboles crecieron mientras se iban instalando las multinacionales procesadoras de celulosa, que también, fueron comprando territorio y forestando, generando una tendencia alcista en los precios de la tierra, que se agravaría luego con el fenómeno de la soya.
Pero, la tierra se valorizó, pero el resultado financiero de la forestación fue desastroso para los ahorristas. Este sólo era un buen negocio para las plantas que controlan toda la cadena y fijan los precios…Pero los precios de la madera están dados fundamentalmente por los costos de los fletes. Así pues las plantas de celulosa previeron estar en los puertos, y porque la rentabilidad no soporta un flete superior a los 200Km en derredor de la planta, se aseguraron ese radio forestal máximo.
Entonces, nuestros geniales gobernantes primero desmantelan los puertos y ferrocarriles ,luego fomentan, mediante subsidios y exoneraciones un plan forestal que ocupa 4:000.000 de hás. ¡Tuvieron quince años, mientras crecían los árboles, para pensar en como sacar esa producción hacia los puertos!
El país tiene una red vial que fluye Radialmente hacia Montevideo. Esa red vial ha sido construida y mantenida en base a endeudamiento externo. Han sido el B. Mundial o el Bid , es decir son obras públicas con costos financieros que se suman a nuestro crónico endeudamiento externo. Cuyo servicio pesa gravemente en nuestros balances de pago nacionales. Todo esto forma parte del “costo del estado”, invisible, pero que es el sustento de gran parte del empresariado nacional y extranjero. Si el estado no invierte, o en su defecto se endeuda, en rutas y caminos, la economía no funciona, los costos se disparan, no solo para el particular, sino para la comunidad toda, porque, por nuestra condición de productor primario, no podemos incluir directamente todos los costos en los precios de nuestros productos, carnes, lanas, madera ,etc. Cosa que no ocurre cuando importamos bienes industriales, en los cuales van todos los costos de fabricación y transporte de cada uno de sus componentes.
Debemos agregar, para los llorones de la FEDERACIÓN RURAL Y de la ARU, que la valorización de la tierra también forma parte de las ganancias del negocio en el territorio. El valor de la tierra, según estadísticas del MGAP, se multiplicó por ocho. Las rentas generadas por la tierra le siguieron la tendencia. Esta valorización de la tierra es una inversión social, no depende del buen desempeño personal del terrateniente, depende de los precios que se pagan por lo que da esa tierra, más la accesibilidad de la misma al mercado. Esta accesibilidad forma parte del aporte social a ese incremento: son fletes redes energéticas , conectividad, infraestructura vial y portuaria. Es disponibilidad de personal calificado para las tareas a emprender. Todo esto lo debe de licuar financieramente el estado entre todos sus pobladores, beneficiarios directos o indirectos de la gestión de la tierra.
Cuando el Pepe planteó el movilizar parte de las abultadas reservas en el exterior en infraestructura, la ortodoxia económica, los fundamentalistas del equipo económico se rasgaron las vestiduras, la oposición puso el grito en el cielo:¡no tocar nada del legado de Vegh Villegas!
Al Pepe solo le queda, para no pasar por la presidencia como un desaprensivo más, el pueblo para hacer de esto un “país en serio”, sin “logreros ni malandras”.
Porque pasó medio siglo sin inversión pública, donde se prohijaron fabulosos vaciamientos patrimoniales públicos y privados, pero que siempre terminaron “anotados a la cuenta del otario” Juan pueblo, nos dejaron en “Pampa y la vía”.

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